Alguna vez has mirado a tu al rededor y has pensado: esto es surrealista…. «este cuarto estaba ordenado» «si estabas limpio, con qué te has manchado!» «pero dónde está tu mochila si ya nos íbamos al cole!» «no saltes en el charco que no llevas botas!» si estas frases han estado en tu cabeza seguramente tengas algún hijo/hija menor de 10 años en casa. Los padres y madres de adolescentes están más directamente en…. «quién eres y qué has hecho con mi hija/o!. De repente no le conoces, y esperas impaciente cual es la nueva expresión que aprenderás hoy de su «jerga de adolescente».

Lo que se nos olvida en medio de ese «caos» es que la felicidad se cuela en lo improvisado. En lo ordinario. En el «otra vez». No tenemos el ojo hecho a la belleza de lo ordinario.

Pero tranquila/o! Eso que a ti te parece un caos y cero de foto es el escenario preferido de la virtud. Es donde se empieza a jugar el partido. ¿Te imaginas un partido donde todos acordaran hacer un paseíllo al delantero cuando fuera a marcar gol? sería absurdo dejarle pasar…. el equipo defiende, lucha, se deja la piel para llegar al resultado.

Pues lo que nos pasa a la familia en el día a día es lo mismo. Cuando vas detrás de la perfección estás dejando que la vida te pase por delante sin querer vivir en ella. Jugártela. Mi madre siempre me decía, «para mí lo difícil es decirte que no, no vas a esa fiesta» porque sabía que después venía la bronca contigo. Lo  fácil era decir : sí, vete, y evitar la bronca para que todo siguiera en paz.  ¿Y sabéis? no se cansaba nunca de decir que no… de jugar el partido. En el fondo sabría que esa paz no era verdadera… era irreal.

El escenario del perdón es el enfado. El escenario para aprender a escuchar es una cena en la que nadie deja de hablar y se explica «mejor hablar uno por uno y escuchar«. Para ordenar tiene que haber algo que se haya desordenado. Hablamos de vida. De casas habitadas, de mesas manchadas, de cojines en el suelo, de peleas de hermanos, de botas manchadas de barro, de baños empapados por las duchas de niños corriendo. De puertas cerradas de adolescentes. Pensareis, pero esto qué es, ¿una oda al caos? No. Es una oda a la vida. Es una vida que se pone en juego del día a día.  

Y en ese día a día, se cuela la felicidad de lo ordinario, de lo escondido. Urge que nos eduquemos. Que eduquemos nuestra mirada al ver la vida. Que aprendamos a abrazar el presente, más aún, a disfrutar el presente. Más aún, a enamorarnos del presente.

Porque la vida rara vez está preparada para foto. ¿Y si vivimos una vida en movimiento? ¿y si elegimos no salir bien en la foto?

Que la foto de tu familia siempre esté borrosa, siempre movida, que las fotos os cojan viviendo la vida. Educando, ordenando, perdonando, de chofer a mil lados, amando, ayudando, sirviendo…. luchando la vida.

La Madre Teresa tiene una reflexión preciosa que dice…. si quieres cambiar el mundo, ve a casa y ama a tu familia.  De lo que nosotros sacamos un llavero para recordarnos, cada día antes de entrar en casa, que el partido de nuestra vida se juega ahí dentro.

¿La solución al caos de tu vida? Juega el partido.

Feliz día y mucho de entresonrisasymás, donde el amor no acaba, se vuelve a reinventar.